La cuarentena me dejó un saldo a favor. Un deseo de hacer “rollback”, darle “undo” a un montón de cosas en mi vida:
Primero. Dedicar tantas energías a “construir una carrera profesional” a costa de lo que sea, mi hija, mi familia, mis amigos, mi papá, “mi misma”.
Segundo. Invertir tiempo y energía en vivir “la vida de los otros” (por cierto ese es el título de una película alemana que me gustó mucho). Trabajar durísimo para moldear esa definición de éxito que me es tan ajena, pero está tatuada en mi cerebro, porque me ha sido instalada desde que tengo memoria, de por vida: estudia, trabaja, cásate, ten hijos, produce mucho dinero y un gran etcétera, por supuesto, definido por los demás. Termina una creyendo el cuento de que aunque no sea lo que quiere y no tiene por qué hacerlo, DEBE hacerlo.
Tercero. Vivir para trabajar. No trabajar para vivir. Trabajar 10-12 horas (incluso en cuarentena). No se trata de eso, no puede tratarse de eso. Si no hay balance no sirve, porque quema cerebral y emocionalmente (burnout), te frustras, te cansas, no haces las cosas bien, TE DRENA.
Durante este período también empecé a entender con muchas fuerzas que hay cosas a las que no quiero regresar. No quiero regresar a pasar tanto tiempo lejos de mi hija, fuera de mi casa. La crianza de mi hija, en este momento de mi vida, es mi principal proyecto, nos quedan unos pocos años hasta que termine de crecer, y quiero pasarlos con ella la mayor cantidad de tiempo posible.
La verdad también debo decir que extrañé mucho mi ayuda con los oficios de la casa (ya se que puedo vivir sin pareja pero no puedo vivir sin la ayuda de la casa). Pero hasta eso de quedarme sin esa ayuda cumplió un propósito en esta cuarentena, el de reconectarme con una parte básica de mi existencia, de la que hacía rato andaba MUY desconectada, es como un entendimiento de que uno tiene que ser capaz de limpiar su propia m@&$a. Literalmente.
Y no es que todo eso no lo supiera, siempre lo he “sabido”, es solo que la cuarentena me hizo el regalo de una conciencia profunda de eso, que no es lo mismo que saberlo. Y me hizo pensar seriamente, que ya es momento de replantearme las cosas, si quiero ver a mi hija crecer y terminar de criarla yo, entonces debo hacer ajustes que me permitan poner mi atención en lo que es verdaderamente importante.
Excelente! Nunca es tarde para empezar de nuevo.
“En ese camino largo que un día me vio caminar. Quemé una biografía y soplé cenizas del ayer. No intenten enseñarme Quien me quiso y a quien debo amar.
Comienza el día cero y mañana su continuidad”